Soledad Sin Sentido (Parte 2)

Lo desconocido tienta al aventurero pero carcome al miedoso, al incauto y por qué no al perezoso. Me ves caminar pero no soy el mismo. He cambiado a pesar del mismo caminar de pingüino que excita al pavimento que he pisado toda una vida. Necesito que me salves, que abras tus brazos y me engullas en una pasión desenfrenada que sea claridad y no más conjeturas. Las pequeñeces han empezado a sublevarse y exigen una tajada de la torta. No saben que el musgo ahora bañe los biscochos que otrora reventaban bajo el manjar blanco, virginal y silvestre de perdidos encantos. Me siento ahogado, frente a una verdad enorme que me llena de espanto. No suena el teléfono aunque está pagado. Antes era diferente, no sonaba porque lo habían reclutado, se había ido lejos a luchar en su propio Lepanto...